A menudo, revivir los placeres y las glorias pasadas puede ser una experiencia poco gratificante. El esplendor de cualquier era dorada se deslustra con facilidad; los tesoros de la juventud pueden parecer anticuados y sonrojarnos después de unos años. Es posible que quiénes dejaron deducir por el impacto de los Osmonds o los Bay City Rollers tengan muy buenos recuerdos de aquella época, pero es bastante dudoso que canciones como Puppy Love se escuchen mucho hoy en día.
Los Beatles tuvieron más campañas publicitarias y reacciones histéricas de sus fans de las que hubieran podido imaginar; vivieron las fastuosidad y los excesos que conllevaba ser una superestrella del pop. No tenían que tocar ni una nota para que su público entrara en estado de trance, y una vez que se alcanzaba ese estado no valía la pena seguir tocando. En aquellos primeros tiempos, los gritos ensordecedores de sus fans ahogaban el sonido de los amplificadores, y en ocasiones los cuatro tenían que ceder al griterío y dejar de actuar. Los fans no parecían darse cuenta, o ni siquiera les importaba.
Pero una vez que dejaron atrás las chaquetas y el corte de pelo Beatle, y se despojaron de todo lo banal que les rodeaba, quedó una combinación única de cuatro talentos individuales. Produjeron una obra con una calidad intemporal, una música para que la descubrieran y disfrutaran las generaciones posteriores. Se dice que Brian Wilson, el genio creativo de los Beach Boys, abandonó el proyecto en que estaba trabajando después de escuchar Sgt Pepper. No vio la necesidad de seguir adelante ahora que se acababa de realizar el álbum definitivo.
Los Beatles no solo dominaron el mundo con su música en los años que existieron como grupo, sino que su influencia se dejó sentir enormemente después de su separación. En la ubicación original del Cavern Club (lugar donde empezaron a cantar sus primeros conciertos). Existe una placa que lo deja claro: ''Cuatro chicos que conmocionaron al mundo''. La presente obra recupera este fenómeno de proporciones sísmicas.
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